sábado, 2 de abril de 2016

un hombre








Un hombre pelado salió temprano de casa cargando un botiquín. Caminó algunos metros y tomó el metro. Cuando se sentó, se dio cuenta que en el asiento delantero estaba un hombre idéntico a él, trajeando un saco no muy aseado. Además de la ropa, lo único que los distinguía era que ese otro señor tenía canas, lo que le daba la apariencia de ser mayor. Los dos empezaron a mirarse. 

Todos los movimientos que hacía el primer hombre los hacía también el segundo. Si, por ejemplo, uno miraba a la derecha, el otro miraba a la izquierda, como si fuera un espejo. El hombre entonces empezó a molestarse y decidió tirar un cigarro al suelo para ver si también lo hacía el otro. Éste no se movió, pero siguió observando y reproduciendo los demás movimientos del primero. 

Cuando se trataba de un gesto simple como cruzar los brazos o rascar la mano izquierda con la derecha, la reproducción del movimiento no tardaba nada. Cuando se trataba de agarrar algo o de mover algún objeto del botiquín o incluso vestirse un jersey, el segundo hombre se paraba y sólo miraba al otro sin parpadeos. Por fin, cuando el primero bajó del metro, el otro lo siguió, engarrafó sus brazos con fuerza y le dijo: -Perdóneme usted. No lo quiero estorbar, pero es que nos parecemos muchísimo con una distinción y nada más. 

Es que yo estoy sin trabajo, mi hijito está en el hospicio y mi mujer embarazada. Como somos idénticos, me imaginé que usted se molestaría de ver a alguien tan semejante a usted en una situación como la mía. Entonces.... -No, usted no me da lástima. Tiene verba, va a solucionar sus problemas. Puedo ayudar contribuyendo con lo que no tiene si me da usted lo que no tengo yo. -Y ¿Qué es? -La peluca. La suya es perfecta. ¿Dónde la compró usted? 

(Extraído de http://www.isr.com.br/professor/ celia3ano-espanhol-2009-08-05.pdf. Diciembre de 2011)

Nenhum comentário:

Postar um comentário