sexta-feira, 8 de abril de 2016

Conocimiento gramatical

El conocimiento gramatical necesario en lengua extranjera debe llevar al estudiante a ser capaz de producir enunciados – simples o complejos – que tengan una función discursiva determinada. Esa capacidad, obviamente, traspasa la simple conjugación verbal, la exactitud en el empleo de las personas verbales o las reglas de concordancia, por ejemplo. El foco de la gramática debe dirigirse para el papel que desempeña en las relaciones interpersonales y discursivas. Por lo tanto, el problema con la gramática no está propiamente en ella, sino en la concepción de gramática (y de lengua) que orienta muchas veces nuestros cursos. Raramente está dirigida para la comprensión e interpretación de los muchos efectos de sentido o para las cuestiones que rigen el funcionamiento de una lengua a partir de las pistas que nos da su materialidad; está más preocupada con la materialidad en y por sí misma, tantas veces mal trabajada en las clásicas síntesis gramaticales que se reproducen infinitamente. Aun cuando lo que se propone es un enfoque llamado “comunicativo”, es común ver diluidos la heterogeneidad, las contradicciones y los conflictos constitutivos de las relaciones sociales que se manifiestan en las lenguas y culturas. (Orientações Curriculares para o Ensino Médio/Língua Espanhola. Tradução da Banca Elaboradora. 2006: 144) La enseñanza de la gramática en el proceso de aprendizaje de la lengua española como lengua extranjera ha sido siempre una preocupación para el profesor y para los estudiosos de la enseñanza de lenguas extranjeras.
Enseñar la gramática de la lengua española no se debe confundir con abandonar totalmente la reflexión sobre el modo como se presenta esa lengua en cada caso o situación, ni en el metalenguaje que se emplea para explicarlos.
 Lo que efectivamente importa es que el alumno entienda las implicaciones culturales que tiene el estudio de la gramática de la lengua española en términos de que las normas que la rigen no son decisiones arbitrarias, sino que recopilan las formas de decir construidas a través de un proceso lingüístico.

Krashen propone que el adulto que aprende una L2 puede internalizar las reglas de una lengua objeto mediante el uso de uno de estos dos sistemas independientes: a) uno implícito, que recibe el nombre de adquisición del lenguaje, de carácter subyacente, y b) otro explícito, el aprendizaje consciente del lenguaje. El proceso de adquisición del lenguaje es similar (si no idéntico) al utilizado por los niños al aprender la L1. Krashen afirma que esto sucede por medio de una interacción significativa en un contexto de comunicación natural. Los hablantes no se fijan en la forma sino en el significado; tampoco se detienen explícitamente en detectar y corregir sus errores. (MCLAUGHIN, B. Algunas consideraciones metodológicas sobre el modelo del monitor. In MUÑOZ LICERAS, J. La adquisición de las lenguas extranjeras. Madrid: VISOR, 1992: 155.)

Cuando se aprende una L2, son peculiares las conexiones asociativas de estímulos para su almacenamiento y se convierten en automáticos a medida que se practican e integran en la memoria a largo plazo.

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