Existe un
reconocimiento generalizado del papel que la Pragmática ha jugado en la gran
renovación de los métodos de enseñanza de lenguas segundas. La aportación de la
teoría de los actos de habla de la entonces balbuciente teoría pragmática fue
capital para el asentamiento de la noción de función comunicativa, concepto
básico en la nueva metodología.
Sabemos que su visión es esencial para comprender una de las
vías de comunicación lingüística más trascendentales (el proceso
ostensivo-inferencial) y que proporciona claves científicas de elevado valor
explicativo en la nueva lingüística. Sin embargo, a quienes consagran su vida a
la enseñanza de las lenguas les cuesta trascender este umbral. ¿Qué
aplicaciones prácticas tiene la Pragmática en el desarrollo diario de la
enseñanza de lenguas? El profesor sabe lo que son las disciplinas del código
(Fonología, Morfología, Sintaxis y Lexicología), conoce sus puntos difíciles,
dispone de todo tipo de ejercicios, puede diseñar otras tareas y sabe a qué
atenerse.
El dominio formal de estas materias, así como el nivel de
progreso, puede ser evaluado sin mayores problemas. Sin embargo, hasta el
momento, no sabemos determinar en
actividades concretas eso que denominamos competencia pragmática. Los
profesores de español L2 deberían saber conocer su vertiente práctica,
especificar objetivos, diseñar actividades y evaluar estados y progresos en
esta competencia. Un primer paso para alcanzar este objetivo reside en
constatar que, en coincidencia con la creación del concepto de competencia comunicativa, tuvo lugar la
aparición de una serie de principios (Principio de Cooperación, Principio de
Cortesía y otros menos conocidos), cuyo carácter hacía intuir algunas
diferencias entre la Pragmática y las disciplinas del código.
La Pragmática se guiaría por principios, mientras que las
disciplinas del código estarían gobernadas por reglas. ¿Qué diferencias existen
entre reglas y principios?
a) Las reglas están ligadas al
código, poseen carácter general para todos los usuarios de la lengua (o, al
menos, para una variedad de lengua) y son de obligado cumplimiento. La
gramática las presenta como normas generales por medio de una formulación atemporal, casi gnómica. Por ejemplo, «el
sujeto concuerda en número y persona con el verbo». La violación de una regla
da como resultado una construcción a gramatical.
b) Los principios no están
ligados al código. Aunque están dirigidos a todos los usuarios de la lengua, no
tienen valor coercitivo tan fuerte. Su
violación no produce, en principio, agramaticalidades, sino inadecuaciones,
incoherencias, descortesías, etc. Están formuladas en imperativo, tienen valor
prescriptivo. Se presentan como normas de buena conducta comunicativa.
A veces, sus violaciones poseen repercusión en la obtención
del sentido. Al ser responsabilidad del emisor, suelen recibir castigo social a
través de descalificaciones («es un
maleducado », «es un descortés», «es falso», «no tiene palabra»...) o con
sanciones mayores (anulando la eficacia de sus mensajes, de sus actos verbales,
etc.). Los principios poseen gran repercusión práctica en la eficacia
comunicativa; sin embargo no aparecen normalmente explicitados en los manuales.
Estos principios o normas de buena
conducta comunicativa presiden todas las manifestaciones, todos los
intercambios de los mensajes.
Se aprenden, bien por observación directa, bien
por consejo o imposición normativa de nuestros mayores. Amparo Tusón hacía
referencia a este tipo de aprendizaje lingüístico: “Desde nuestra infancia
vamos relacionándonos con otras personas... vamos interiorizando una serie de estrategias
verbales y no verbales de comportamiento interactivo, aquellas que son
habituales en nuestro entorno... Supongo que todos podemos reconocer
expresiones del tipo: No interrumpas a los mayores; No hables con la boca
llena; A tu padre no le levantes la voz; No hables si no te preguntan; Quien
quiera intervenir que levante la mano antes; Las cosas se piden «por favor»; Da las gracias... Como se
observa, muchos de estos principios tienen una formulación negativa, son
prescripciones coercitivas.
Todo este conjunto de consejos constituye la
formulación de principios pragmáticos que afectan a la conducta comunicativa
misma. Son principios que formulan
nuestros educadores y que vamos interiorizando con mayor o menor
aprovechamiento. Su misma formulación va organizando un saber lingüístico que
solo se objetiva en la palabra, un saber que constituye parte de la competencia
comunicativa. Algunos de estos principios son idiosincrásicos de cada cultura.
El profesor de español lengua extranjera deberá conocerlos y aplicarlos. Algunos métodos de enseñanza de
lenguas incorporan lecturas sobre las costumbres de cada país, lecturas en las
que se da forma amable a estas normas. Internet: (con
modificaciones).
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